Poetisa, ensayista y narradora, nació en Managua el 9 de diciembre de 1948. Estudió en el Colegio de la Asunción, hasta tercer año de secundaria; luego se bachilleró en Madrid. Trasladada a Estados Unidos se graduó en el Colegio Charles Marcus Price. A su regreso a Nicaragua trabajó en una oficina publicitaria. En 1970 comenzó a publicar en La Prensa Literaria, revelando una gran sensibilidad poética femenina. En 1972 obtuvo el Premio de Poesía Mariano Fiallos Gil y en 1978 el Casa de las Américas.
Ahora vamos envueltos en consignas hermosas
Las mañanas cambiaron su signo conocido. Ahora el agua, su tibieza, su magia soñolienta Es diferente. Ahora oigo desde que mi piel conoce que es de día, Cantos de tiempos clandestinos Sonando audaces, altos desde la mesa de noche Y me levanto y salgo y veo compas atareados Lustrando sus botas o alistándose para el día Bajo el sol. Ya no hay oscuridad, ni barricadas, Ni abuso del espejo retrovisor Para ver si me siguen. Ahora mi aire de siempre es más mi aire Y este olor a tierra mojada y los lagos allá Y las montañas Pareciera que han vuelto a posarse en su lugar, A enraizarse, a sembrarse de nuevo. Ya no huele a quemado, Y no es la muerte una conocida presencia Esperando a la vuelta de cualquier esquina. He recuperado mis flores amarillas Y estos malinches de mayo son mas rojos Y se desparraman de gozo Reventados contra el rojinegro de las banderas. Ahora vamos envueltos en consignas hermosas, Desafiando pobrezas, Esgrimiendo voluntades contra malos augurios Y esta sonrisa cubre el horizonte, Se grita en valles y lagunas, Lava lágrimas y se protege con nuevos fusiles. Ya se unió la historia al paso triunfal de los guerreros Y yo invento palabras con que cantar, Nuevas formas de amar, Vuelvo a ser, Soy otra vez, Por fin otra vez, Soy.
Castillos de arena
¿Por qué no me dijiste que estabas construyendo Ese castillo de arena?
Hubiera sido tan hermoso Poder entrar por su pequeña puerta, Recorrer sus salados corredores, Esperarte en los cuadros de conchas, Hablándote desde el balcón Con la boca llena de espuma blanca y transparente Como mis palabras, Esas palabras livianas que te digo, Que no tienen más que el peso Del aire entre mis dientes.
Es tan hermoso contemplar el mar.
Hubiera sido tan hermoso el mar Desde nuestro castillo de arena, Relamiendo el tiempo Con la ternura Honda y profunda del agua, Divagando sobre las historias que nos contaban Cuando, niños, éramos un solo poro Abierto a la naturaleza.
Ahora el agua se ha llevado tu castillo de arena En la marea alta.
Se ha llevado las torres, Los fosos, La puertecita por donde hubiéramos pasado En la marea baja, Cuando la realidad está lejos Y hay castillos de arena Sobre la playa
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