Un nuevo estudio del MIT sugiere que unmedicamento utilizado actualmente para tratar enfermedades inflamatorias o la artritis reumatoide, podría ser usado también para prevenir el desarrollo de osteoartritis. El tratamiento se ha demostrado útil si se administra poco después de la lesión articularcon riesgo de originar esta artritis.
La osteoartritis es una enfermedad de las articulaciones que consiste en el desgaste de los cartílagos. Esto impide que los golpes y movimientos sean amortiguados a nivel articular, los huesos se rozan y esto se traduce en dolor, hinchazón y reducción de movimiento de la articulación. Se trata de la variedad más común de artritis, y se diferencia de otros tipos porque afecta exclusivamente al hueso y no a otros órganos simultáneamente.
Un gran porcentaje de los enfermos de artritis, desarrollan la dolencia por causa de una lesión articular previa, que provoca el deterioro del cartílago y que con el tiempo degenera en esta enfermedad. El tratamiento habitual para la mayoría de estas lesiones es la administración de anti-inflamatorios no esteroideos, como el ibuprofeno para, meses después, realizar una intervención quirúrgica.
Un equipo de investigadores del MIT ha experimentado con el tejido de cartílagos humanos y bovinos. Dañado el tejido, se le han administrado unas proteínas llamadas citoquinas para provocar la inflamación. Las citoquinas, una sustancia que suele generarse tras la lesión, aceleran la degradación del cartílago. En los tejidos tratados inmediatamente con dexametasona, un anti-inflamatorio sintético semejante a los esteroides, la degradación del cartílago se detiene. El tratamiento también ha demostrado funcionar cuando se les administra uno o dos días después de la lesión, lo cual es importante porque las personas que sufren lesiones en las articulaciones no suelen acudir a un médico de inmediato.
Los científicos todavía desconocen si la dexametasona podría reparar los daños una vez han aparecido en el cartílago, pero sus estudios futuros estarán orientados a descubrirlo. También, según explica Alan Grodzinsky, uno de los autores y director del Centro para la Ingeniería Biomédica del MIT, están investigando las posibilidades de estos efectos protectores de la dexametasona.
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