Entre los 10 y 15 años, los adolescentes sufren una serie de cambios físicos y emocionales.
Su cuerpo comienza a cambiar para transformarse en una persona adulta. Todas estas variaciones provocan distintas reacciones, por eso es fundamental que los padres acompañen a sus hijos en esta etapa, explicándoles todo lo que necesitan saber. Es importante informales cuando se acerca la edad apropiada sobre los cambios físicos que van a vivir, para que no los tome por sorpresa ni se entere por otra persona. Hay que armarse de paciencia, ya que los cambios de humor, la fácil irritabilidad y las rebeldías están a la orden del día. Sin embargo, no conviene dejar de ponerles límites. Hay que aceptar que ya están creciendo y convirtiéndose en personas adultas y que esto produce un aumento de responsabilidades, pero también de mayores libertades.
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