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Tienes miedo a equivocarte con tus hijos?

i tenemos grandes deseos de ser buenos padres, recibimos mucha información y lo mezclamos con una buena dosis de miedo a equivocarnos ¿sabes cuál es el resultado? Pues que nos paralizamos y no tomamos las decisiones que nos corresponden como padres y dejamos que los hijos hagan lo que quieran.

En la actualidad tenemos acceso a tanta información como nunca tuvieron los padres de generaciones pasadas. Podemos encontrar a nuestro alcance opiniones y comentarios en todos sentidos. Pero mucha información, sin discernimiento o sentido común, sólo nos confunde y nos hace dudar.

El miedo a equivocarnos es justificado y un poco de miedo nos lleva al cuestionamiento y a la reflexión. Seguro piensan, "Me puedo equivocar al escoger la marca de lavadora de ropa o comprar los zapatos equivocados y no pasa nada grave. Pero equivocarme con mis hijos ¡es otra cosa!" Pero ¿qué ocurre cuando dejamos que nos invada el temor a fallar y terminamos inertes, incapaces de responder ante las demandas importantes de nuestros hijos? Cuando actuamos, claro que corremos el riesgo del error, pero si nos quedamos paralizados, podemos estar seguros de que los afectamos de una manera negativa. Porque un niño con padres inmovilizados es un niño que se enfrenta solo ante el mundo, con sus recursos aún inmaduro e ineficiente.

Tomemos por ejemplo lo que ocurrió en una convivencia de varias familias que se habían reunido para celebrar. Las madres estaban ocupadas sirviendo la comida, los padres se encargaban de preparar las bebidas, mientras los niños jugaban alrededor de la alberca. "Los niños están tirando cosas a la alberca" le comenta una madre a la otra. "Ay, Dios, qué niños..." le contesta sin levantar la vista mientras sigue sirviendo los platos. Diez minutos después escuchan el grito de uno de los padres, "¿Qué están locos? ¿Cómo se les ocurre hacer eso?" Los niños habían tirado a uno de ellos con todo y triciclo a la piscina.

Cuando el pequeño ve que sus padres no reaccionan ¿qué hace? Pues se aprovecha de la situación y toma ventaja para hacer lo que quiere. Así se inicia una nueva modalidad: los niños toman la delantera y los padres son los que los siguen.

Les recomiendo que se interesen en el desarrollo de sus hijos, se informen pero usen su discernimiento y sentido común.

Sepan que nadie puede ser mejor madre o padre para sus hijos que ustedes, pues nadie los conoce mejor, ni puede saber qué es lo que realmente les hace falta.

Cuando las dudas los invadan, recuerden que no hay nada peor que ignorar, cegarse o dejar de actuar cuando sus hijos los necesitan.

Un padre paralizado es un padre ausente. Ningún hijo espera un padre perfecto pero sí quiere uno que tenga el valor de actuar aunque corra el riesgo a equivocarse. Quiere un padre presente que lo acompañe aunque no tenga todas las respuestas. Un padre que por el amor que le tiene, ocupe el lugar que le corresponde como adulto responsable y como guía.

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