Durante mucho tiempo, la sabiduría popular y, por qué no decirlo, algunos textos científicos han relacionado el comportamiento masculino con esa hormona irrefrenable y machista que es la testosterona.
El macho humano, como los de otras especies animales, se vería así impulsado a buscar pareja, practicar el sexo y competir con otros congéneres por mandato bioquímico. La testosterona, "una hormona estúpida", como llegó a bautizársela, era una de las principales responsables de que el hombre se portara "como un hombre".
Afortunadamente, hoy sabemos que las cosas no son así y que dentro de la etiqueta "comportarse como un hombre" también caben la ternura, la sensibilidad y el afecto paterno-filial. Sobre todo este último, porque recientes investigaciones en el campo de la psicobiología han demostrado que los hombres también cuentan con un instinto paternal similar al instinto maternal femenino. Y, curiosamente, la testosterona tiene mucho que decir en su afloramiento.
Aunque ella no es la única hormona que interviene en la paternidad feliz. Todo un abanico de sustancias colaboran para conseguir que el varón no sólo tenga deseos de aparearse sino que también anhele hacerse cargo de la prole, cuidarla y mantenerla y que todo eso genere en él una cascada de emociones positivas tan naturales como las de la madre.
Leave a comment