*Tessa Dunlop, la presentadora de televisión que se enamoró de un adolescente rumano* Por Thomas Castroviejo |
El niño flacucho de 12 años que estaba escuchando Metallica con unos cascos apenas la saludó. Ninguno de los dos lo sabía, pero ese gesto sería el comienzo de una historia de amor que duraría más de una década de dificultades e imprevistos.
El niño flacucho de 12 años es hoy el marido de Tessa Dunlop, una conocida presentadora de la televisión británica. Ninguno de los dos pudo detener lo que vendría después. En su nuevo libro, Dunlop cuenta con detalles cómo todo empezó como una relación de tutelaje entre una profesora de inglés que estaba en Rumania y el brillante alumno que no tenía interés en aprender el idioma.
Se conocieron en una fiesta en casa del hermano mayor de Vlad (nombre falso por el que llamaremos al niño), que era alumno de Dunlop. Ella cuenta que le llamó la atención el desinterés del chaval por la vida en Inglaterra, cuando todos sus alumnos estaban fascinados por un país sin pasado comunista. Vlad era un chico especial. Hablaba inglés mejor que los demás. Y sin saber por qué, Dunlop le consiguió una beca en una escuela de Escocia. Él no quería irse, pero entendió que era lo mejor para su futuro.
[Relacionado: Una modelo contra la comunidad judía ortodoxa de Nueva York] Para cuando llegó, Dunlop ya se había olvidado casi de él. Había estado centrada en otras cosas, otros hombres. Pero se reencontraron durante las vacaciones, cuando Vlad se quedó en la casa de los padres de ella. La pareja no se volvió a ver hasta cinco años después, cuando hablaron por teléfono y ella escuchó la voz grave al otro lado de la línea. Vlad había crecido y Tessa decidió volver a Rumania. "Puedo fingir que lo que quería era reconectar con el país", escribe. "Pero en el fondo lo que quería era ver a Vlad". [Relacionado: Última voluntad: que mi hermana se case con mi marido] El chaval ya no era tan flacucho. Tenía casi 18 años, ocho menos que ella, y Dunlop ya no podía negarlo. Se había enamorado de él. Volvió a Inglaterra hecha polvo, confusa por los fuertes sentimientos que le despertaba alguien tan inaccesible. Intentó olvidarlo durante otro año, buscando refugio en otros hombres. "Pero mis pensamientos siempre volvían a Vlad", recuerda. Volvió a Rumanía. "Esta vez no me quería ir sin decirle nada a Vlad, pero no encontraba las palabras. Así que le besé en una escalera de cemento bajo la luna rumana". Siguieron tres años de viajes a Inglaterra y Rumanía: cada uno conoció a sus respectivas familias políticas y se hicieron a la idea de que tan improbable romance era una realidad. Entonces,Vlad se marchó a estudiar al Reino Unido.
El sueño de Dunlop se había cumplido. [Relacionado: Prometidos, futuros padres y también hermanos] La adaptación no fue fácil: Rumanía es un país que todavía acusa ciertos dejes de su pasado comunista y, a su lado, Inglaterra es un lugar colorido y abrumante. Vlad echaba de menos su casa, pero quería demasiado a Dunlop. Ella, mientras, le pagaba la universidad de su bolsillo. A los pocos años, el gobierno británico decretó que Vlad tenía que irse del país porque no era ciudadano (Rumanía todavía no era parte de la UE).
La otra opción, claro, sería casarse. Al poco se casaron. Elena, la madre de Vlad, lloró y acusó a Dunlop de que le había robado a su bebé. "Y era cierto", escribe. "Aquella noche, la primera que pasé como casada, no me quitaba la imagen de Elena angustiada mientras las lágrimas le rodaban bajo esas gafas redondas". Así que la invitó a venir a ver Inglaterra. Para entonces, Vlad ya estaba licenciado y la pareja se había comprado una casa. Poco después de aquella visita, en 2008, tuvieron a su primera hija: Mara. "Medio inglesa, medio rumana, Mara es la prueba viviente de nuestro increíble viaje".
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