En 1946, finalizada la Segunda Guerra Mundial, España era el único estado fascista que quedaba en Europa. Aunque el propio gobierno español, en su réplica a la ONU cuando esta le acusó, negaba el calificativo de fascista, no se detuvo la condena internacional a España. Los españoles, de acuerdo o no con el régimen franquista, se unieron frente a la condena venida de fuera.
A propuesta de la delegación belga, la ONU aprobó por 27 votos a favor y 6 en contra, el aislamiento de España. Los 6 países que votaron en contra fueron: Argentina, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, El Salvador y Perú. Aquella decisión de la organización internacional provocó que en España, al finalizar 1946 quedaran únicamente los siguientes representantes de otros países: monseñor Cicognani, Nuncio de Su Santidad y Pedro Teotonio Pereira, embajador de Portugal. También Irlanda y Suiza tenían un pequeña representación en el país, pero no embajador.
Así, el aislamiento se hizo patente y efectivo, aunque como ya comentaba, esto no hizo sino provocar un mayor apoyo de los españoles a su gobierno, en contra del exterior.
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